Una mañana de lluvia…

“No hay casualidad sino destino”

La conocí una lluviosa mañana de abril saliendo de la parada de metro Nuevos Ministerios. Venía caminando hacia mí, con una mochila pesada a la espalda y ayudada por muletas. Maldecía entre dientes su mala suerte. Al levantar la vista y verme frente a ella, su gesto cambió por completo. Sonrió maliciosamente y fingió que se le caía una muleta que, obviamente yo recogí diligentemente. Al entregársela me preguntó sin rodeos: -¿Has trabajado alguna vez como modelo? Triunfarías. La miré sin entender nada y repitió: -Si quieres, podrías ser modelo profesional. Solo necesitas a alguien como yo que te haga un book de fotos excepcional y que saque todo lo que escondes, todo lo que solo yo soy capaz de ver en un aleteo de pestañas. Las agencias se matarían por alguien como tú, en serio.

Soy un hombre casado, padre de dos hijos, dueño de una asesoría y lo más aventurero que había hecho en los últimos 15 años era jugar al golf con algún cliente. Por no decir que el último cumplido de mi mujer había sido: -Pero, ¿Dónde vas con ese peinado de quinceañero? .Reconozco que las palabras de esa preciosa mujer, no sé si había mencionado ya que tenía una sonrisa infinita, unas piernas para abrazar alrededor de mis caderas y que su olor a vainilla había traspasado mis fosas nasales embotándome el cerebro y haciéndome perder la cordura. La lluvia no cesaba y me propuso ir a tomar un café. No sé por qué acepté, pero ya estaba irremediablemente perdido. De su mochila sacó un Mac y me enseñó algunos de sus trabajos, que por supuesto me dejaron sin palabras. Pensé: -¿Por qué no aceptas su propuesta y le demuestras a tu mujer que el quinceañero sigue teniendo el mismo tirón que Brad Pitt a los 60? No sé por qué a veces buscamos excusas estúpidas para justificar acciones más estúpidas todavía.

“Nada pasa por casualidad”

Acepté su propuesta y llegaron las sesiones de fotos, con ropa y sin ella, la vergüenza de las primeras y la sinvergüenzura de las segundas. Dos fogosos meses pasaron hasta que un día me entregó unas espectaculares fotos en las que no me reconocía ni yo. Al hacerlo me dijo que nuestra relación se había terminado. Lo acepté sin rechistar y desaparecí. 3 meses más tarde y sin haber dejado de pensar en ella y en su delicioso olor, le escribí de nuevo.

Benditas las casualidades

-Buenos días Isabela, hoy he recibido la peor de las noticias… tengo cáncer de estómago en estadio IV. Me gustaría despedirme de ti.

Su respuesta fue inmediata y sin sorpresas. Su hermana había muerto de cáncer dos años antes y como esperaba, quería estar conmigo, ayudarme, hacer lo que estuviera en su mano para hacerme sentir mejor durante el tiempo que me quedara. Sé que estaba actuando así por pena, pero yo estaba desesperado por volver a tenerla entre mis brazos y así fue, pero esta vez con más intensidad que nunca. Es inevitable cuando sientes el tiempo escurrirse entre tus dedos.

Me contó que estaba buscando piso, pero en Madrid y sin ahorros solo podía acceder a ratoneras. Y ahí llegó la segunda mentira. Dicha la primera, esta se deslizó sola fuera de mi boca, sin pensarla.

-Mi abuela tiene muchos pisos en Madrid. Últimamente está pensando en dejarlo todo arreglado para que no haya problemas entre los hijos y los sobrinos cuando fallezca. Si quieres hablo con ella. -Su cara se iluminó y, segundos después nos sumergimos de nuevo debajo de las sábanas. Días más tarde, le conté que mi abuela estaba dispuesta a venderle un piso a un precio irrisorio porque a mí, a su nieto favorito, no podía negarme nada. Isabela quería ir a verlo cuanto antes, pero, de repente, mi abuela enfermó y tuvimos que postponerlo. Cuando ya era imposible mantener la mentira por más tiempo, tomé una decisión.

– Isabela, mi abuela ha fallecido, estaba bajando las escaleras para ir al médico, resbaló y se desnucó.- Le conté entre sollozos y lágrimas como puños.

Dos semanas más tarde en una habitación de hotel, nos consolábamos mutuamente.

-Para una vez en mi vida que había encontrado alguien que me iba a ayudar desinteresadamente, ocurre esta desgracia. Menos mal que tú te encuentras fenomenal y no has perdido ni el ánimo ni la fuerza. Me tienes desconcertada.

“Las mentiras son como bolas de nieve”

-Ya se ha repartido la herencia. Mi abuela ha sido muy generosa y nos ha dejado 10 pisos a cada hijo y a cada nieto. Yo he renunciado a todo. Nunca he querido nada de mi familia, soy un hombre hecho a si mismo que prefiere tener solo lo que ha ganado con su esfuerzo y su trabajo. -Me miró sorprendida, no sé si con admiración o pensando que no se podía ser más idiota.-He hablado con todos ellos, y les he explicado la promesa que te hizo la abuela antes de morir. Creo que he logrado tocar el corazón de piedra de algunos y han decidido ponerse en contacto contigo.- De nuevo Isabela recuperó la sonrisa y la pasión. Tenía que dejar su piso de alquiler en menos de cuatro meses y no encontraba nada por menos de 1000 euros.

Desatendí mi trabajo y mi familia para poder hacer el amor con ella tantas veces como pudiera, no importaba la hora. Creé tantas cuentas de correo como familiares ficticios tenía, le envié desde cada una, fotos de pisos amplios y luminosos que encontraba en internet con la esperanza de una visita que nunca llegaba a concretarse y así, durante tres meses en los que conseguí acabar con su paciencia y su ilusión. Terminó odiando a mi familia, convencida de que en realidad entre todos habían matado a mi abuela para quedarse con su patrimonio. Cuando ya no sabía cómo mantener la espiral de mentiras que había creado y estaba ideando la siguiente, un día de repente me dejó. Simplemente me dijo: – Todo tú, tu vida, tu enfermedad, tu familia me han quitado las ganas de vivir y necesito recuperarlas. Espero que tu enfermedad siga sin avanzar como hasta ahora. Yo ya no puedo cuidar más de ti. ¿Qué tonterías estoy diciendo? Ni siquiera puedo seguir tu ritmo.

Aquel encuentro fortuito un día de lluvia intensa acabó con todo. Ya nunca más pude perderme entre las piernas de seda de Isabella, empacharme con su olor a vainilla. Mi mujer conoció a alguien que sí la veía como una diosa y también me dejó. Y con Isabela, también desapareció mi millonaria familia.

Hace un par de días recibí una llamada de una agencia de modelos. Habían recibido mis fotos y estaban ansiosos por conocerme. Cuando llegué a la dirección que me habían facilitado me atendió una mujer que decir nada, me entregó un sobre. No entendí nada, pero al abrirlo lo entendí todo.

– Me alegra tu enfermedad esté remitiendo y cada día estés milagrosamente mejor. Tienes la suerte de contar con el apoyo de tu numerosa familia y casas de lujo no te van a faltar para alojarte. El día que te conocí, me equivoqué contigo. Vi en ti un modelo en potencia y mis fotos así lo demuestran, pero si quieres seguir mi consejo, dedícate a la escritura. Tu imaginación no tiene parangón, cabrón.

“Sin mentiras moriríamos de aburrimiento”.

Published by Rosa del Valle

Contar historias es como vivir muchas vidas diferentes. Me encanta la mía, pero inventar otras es un reto que no puedo ignorar.

Leave a comment

Design a site like this with WordPress.com
Get started